


Asunto_05. Cedric Price, Fun Palace.
Las labores del investigador se reducían a captar las ondas sonoras de la voz humana y expresarlas en forma visual sobre papel ahumado; nunca imaginó que aquellas frecuencias impresas por su “fonoautógrafo” alguna vez fueran reproducibles. Soñar con ello a mediados del Siglo XIX, era entrar en el campo de la ciencia ficción.
En el año 2008 (cuando la ciencia superó a la ficción) las grabaciones de Scott pudieron ser escuchadas por primera vez gracias a un complejo programa informático desarrollado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Aquellas voces que Scott creía perdidas sobre la superficie bidimensional del papel, hacían agitar una vez más el éter en un estudio de grabación, trayendo consigo una vieja melodía francesa, interpretada en la voz de una mujer.
“Au claire de la lune, Pierrot respondit” (Al claro de luna, Pedro respondió). El fragmento audible, de apenas diez segundos de duración, volvía a la vida un siglo y medio después de su muerte.
Como ha de esperarse de tan milagrosa restauración, la calidad del sonido deja mucho que desear (lo que seguramente era una bella voz femenina suena hoy levemente escalofriante), pero tengamos presente que desde un principio el móvil de Scott no era grabar, sino estudiar las ondas en el papel.
Vasijas que hablan
Muchos científicos teorizan sobre la posibilidad de reproducir sonidos “impresos” por accidente sobre una superficie blanda, tal como sucediera con el caso del fonoautógrafo de Scott.
De hecho, existe un mito altamente difundido acerca de la posibilidad de recuperar voces de antiguas vasijas cerámicas, que recogieron vibraciones mientras el barro aún se encontraba fresco.
Mientras la cerámica húmeda aún giraba sobre el torno, una pajilla rayaba débilmente la superficie. La finalidad del artesano se reducía a ornamentar la vasija con motivos espiralados, pero como consecuencia inadvertida, su instrumento iba imprimiendo sobre el artefacto las ondas sonoras que recogía del ambiente. Literalmente la pajilla iba así grabando una “pista de audio” sobre el material barroso.
La recuperación posterior de aquellos sonidos mediante el uso de la tecnología moderna, es parte de un mito debatido entre los especialistas de la materia.
¿Puede una vasija grabar el sonido ambiente al ser rozada por un instrumento vibratorio? Y aún más, ¿Es o será capaz la ciencia de reproducir tales grabaciones con algún tipo de tecnología actual o futura?
La historia de la grabación de sonido por el “rayado” de una superficie se remonta a 1888, cuando Thomas Edison recogía sonidos en una lámina de estaño y posteriormente en cilindros de cera. Pero estos acontecimientos forman parte de la historia de la grabación “a conciencia”, posterior a las grabaciones “inconscientes” de Scott, y probablemente mucho posterior a grabaciones involuntarias que artesanos y orfebres pudieran haber realizado sobre sus obras.
Tal como sucediera en un capitulo de la famosa serie “X Files”, donde científicos logran reproducir la voz de Cristo contenida en un recipiente de barro, muchos fantasean con recuperar sonidos de antiguos artefactos. Pero, ¿es esto una posibilidad auténtica?
“Azul”
La reproducción de sonidos a partir de vasijas torneadas fue un experimento realizado en numerosas oportunidades, con resultados poco claros.
Richard G. Woodbridge, un investigador cuyo trabajo apareció en una publicación de “Proceedings of the IEEE” de 1969, afirmaba haber reproducido el sonido del motor de 60 hertz del mismo torno donde modelaba su vasija.
En otro experimento, Woodbridge decía haber encontrado trazos de música sobre una tela expuesta a las vibraciones, mientras pintaba la misma con pintura azul. Incluso, el investigador decía haber buscado y encontrado la palabra “blue” (azul en inglés), gritada por él cuando la brocha se movía sobre el género.
Cuando los “Cazadores de mitos”, investigadores de un famoso programa de televisión norteamericano, realizaron pruebas sobre vasijas de arcilla en 2006, pudieron obtener poco más que galimatías acústicas; nada reconocible como una voz humana. Sin embargo, los sonidos fueron recogidos con una precaria aguja de cristal, un método poco confiable si se desean sonidos realmente fieles. Además, el giro del torno de alfarero debe alcanzar altas revoluciones para captar con exquisitez las vibraciones, algo demostrado por el profesor de acústica de Suecia, Mendel Kleiner.
¿Mitos o falta de tecnología?
La exploración de la acústica comienza a adentrarse en el mundo de la ciencia ficción. Sin embargo, la lectura de vasijas cerámicas aún es un hito pendiente.
Tal como numerosos experimentos demostraron, una vibración sonora sobre un elemento rudimentario (una pajilla, una brocha) que raya una superficie blanda (barro, pintura en tela), probablemente siempre se vea opacada por vibraciones más contundentes, tal como el pulso del artesano.
No obstante, esto no quiere decir que su reproducción no sea posible; la solución tal vez surja de una tecnología más desarrollada, del estilo de “lectura óptica” (similar a un lector láser), en vez del torpe rayar de una púa sobre hendiduras microscópicas.
Viéndolo desde cierta perspectiva, el mundo podría hallarse repleto de la acústica de otros tiempos. Solo deberíamos disponer de los medios para rescatarla. Algo que nadie ha logrado hasta el momento.
Si la hipótesis de la vasija resultara cierta, y con una tecnología considerablemente superior, podríamos llegar a reproducir los sonidos captados en millones de pinceladas realizadas a lo largo de la historia sobre muros, vasijas, óleos artísticos, etc.
Desde la antigüedad hasta el presente, las grabaciones acústicas siguieron siempre una única e inevitable vía: la codificación del sonido en una forma distinta de expresión. Líneas, surcos, orientación de partículas magnéticas, unos y ceros; a fin de cuentas, tanto las grabaciones analógicas (como los discos de pasta) como las digitales (como Mp3 y discos Blue Ray) comparten la característica de almacenar lo oído para ser reproducido. Ya sean de surcos en vasijas o discos de última generación, la humanidad siempre albergó el deseo de recuperar la música y las voces de un tiempo anterior. Tal vez algún día alcancemos la tecnología para hacerlo de un modo indiscriminado. Mientras tanto, será el silencio.
Fuente:
www.lagranepoca.com